HISTORIA



Desde finales del siglo XVI, los esclavos prófugos se habían convertido en un grave problema para la sociedad de la costa caribeña. Los dueños de los esclavos no sólo perdían su propiedad sino que sufrían la amenaza de los cimarrones que constituían comunidades o palenques desde donde se desplazaban a robar y atemorizar a los habitantes de las ciudades, villas y estancias, interrumpiendo la producción agropecuaria y cortando redes de comunicación y transporte.
El cimarronaje y su corolario, la creación de palenques aparecieron tempranamente en la provincia de Cartagena. Las autoridades temían que los fugitivos de esta región pudieran unirse con los de Panamá y aliarse con los piratas que infestaban el Caribe. Se tiene conocimiento de que hacia 1580 se organizó una expedición para destruir un palenque establecido cerca de la barranca de Malambo.
El primero de enero de 1590, el cabildo de Cartagena hizo pregonar una serie de ordenanzas para el buen gobierno de la ciudad. Muchas de ellas estaban referidas a los esclavos que escapaban de sus dueños. Por ejemplo, se solicitó a los propietarios de cautivos huidos que se presentaran ante el escribano del cabildo a manifestar sus nombres. Se castigaría con cien azotes a quienes escaparan por quince días del servicio de sus amos. Si la ausencia se prolongaba por un mes se le cortaría el “miembro genital y supinos”, como castigo ejemplar para otros que osaren repetir la acción. En caso de que la huida fuera de un año, el castigo sería la pena máxima.
a finales de 1599 o principios de 1600, siendo gobernador don Jerónimo de Suazo y Casasola hubo un levantamiento de esclavos dirigido por Domingo Biohó, hombre “brioso, valiente y atrevido”. Este huyó de la tutela de su amo un vecino de Cartagena llamado Juan Gómez, junto con su mujer, su hija, tres compañeros y otros esclavos de Juan de Palacios, siendo en total treinta. Se instalaron en el arcabuco de la ciénaga de la Matuna, no lejos de la villa de Tolú, a unas veinte leguas de la ciudad de Cartagena.



No sabe a ciencia cierta el origen y las características de quienes formaban el palenque de la Matuna. Solo se puede deducir por el nombre  de Domingo Biohó que se trataba de un africano procedente de las islas de los Biohó, también llamados Bijogoes, en la Alta Guinea.A ciénaga de la Matuna,  se dirigió Juan Gómez con un grupo de unos veinte formado por Diego de Torres, alcalde de la santa hermandad, varios soldados, tres indios del pueblo de Bahaire, un negro flechero y Juan de Palacios, el mozo. Sólo llevaban una escopeta porque Juan Gómez no quería que le mataran sus esclavos. Estaba convencido de que apenas lo vieran se le someterían. Sucedió todo lo contrario. Al llegar al sitio donde se encontraban, los cimarrones atacaron furiosamente y mataron a Juan Gómez y a otros. El resto regresó a la ciudad a dar cuenta al gobernador del insuceso.
El gobernador, con el deseo de “apagar a sangre caliente aquellas centellas del alzamiento”, especialmente, porque cada día tomaba más fuerza Domingo Biohó a quien sus seguidores tomaron por cabeza y rey del arcabuco, envió a Diego Hernández Calvo, alcalde de la santa hermandad acompañado de veinticuatro soldados con armas y municiones. Llegaron en barquetonas, por los caños y esteros, hasta el paraje donde había muerto Juan Gómez y sus compañeros y los enterraron. Al darse cuenta de que no llevaban suficiente cuerda para los arcabuces, regresaron sin otro particular.
Según el gobernador Suazo Casasola, lo que tenían en mente los cimarrones era congregar gran cantidad de esclavos negros y pasar a Mompox. De allí, llegar hasta Zaragoza y tomarla. Con los esclavos que se sublevaran caer sobre Cartagena y pasar a Panamá a reunirse con otra cantidad de cimarrones que se encontraban en Acla.
La expedición encontró que los cimarrones se hallaban fortificados en la ciénaga de la Matuna.
En uno de los islotes habían construido un fuerte de madera y fajina que fue imposible destruir porque de hacerlo se habría tenido que entrar con el agua al pecho. Cuando los cimarrones sintieron a los soldados abandonaron el fuerte y huyeron a los montes. En la huida abandonaron arcabuces, espadas, arcos, rodelas, lanzas, cajas de ropa.
El gobernador, al tener noticias de la derrota envió a Diego Hernández Calvo, alcalde de la santa hermandad, acompañado de gente bien armada. Como segundo jefe iba Francisco de Campos. Benkos, gracias a sus espías, tuvo conocimiento de la proximidad del enemigo. 

Después de una lucha encarnizada, los españoles huyeron al caer herido de muerte el jefe de la expedición. Francisco Campos fue herido en un pié. La reina Wiwa y su hija Orika pidieron al rey Benkos que les permitiera atender al hijo de su amo. Así lo hicieron hasta curarlo completamente. Orika por voluntad propia le ofreció la libertad. El mozo se negó a ello diciéndole: “mi fuga equivaldría a tu muerte”. Sin embargo, decidieron escapar conjuntamente. Los fugitivos fueron alcanzados y el joven herido de muerte. Orika fue llevada prisionera al poblado y sometida a la toma de un brebaje venenoso con la idea de probar que si moría había sido culpable y si se salvaba no lo era. Orika murió bajo los efectos del veneno.
Como la destrucción del palenque de la Matuna se había presentado imposible y los dos bandos veían sus fuerzas equilibradas, el gobernador Suazo tuvo que aceptar el cese de hostilidades a cambio de reconocer la existencia del palenque y la autoridad de Domingo Biohó. Luchar contra los cimarrones era difícil porque su instalación en montes y ciénagas amparados por la espesura de la vegetación selvática y por los cerros los hacía irreductibles. 
Don Diego Fernández de Velasco, quien asumió la gobernación de la provincia de Cartagena a la muerte de don Jerónimo de Suazo Casasola, consideró que la suma gastada en la persecución de los cimarrones era desmedida. Decidió que lo mejor era convenir con Domingo Biohó un acuerdo de paz. Así se hizo y los apalencados recibieron prerrogativas. Los cimarrones recibieron licencia para entrar en la ciudad con su capitán Domingo Biohó. Cuando venía a Cartagena, lo hacía acompañado de gente armada. Los esclavos de la ciudad y la provincia le tenían respeto, y los vecinos de la ciudad propietarios de estancias cerca al pueblo de la Matuna “le reconocían y regalaban”. Nunca consintió que algún español entrara con armas en el poblado, en su jurisdicción no permitía gente armada porque él era rey de la Matuna.

MUERTE DE DOMINGO BIOHO.
Entre 1618 y 1619, estando en Cartagena, Domingo Biohó se trenzó en una riña con miembros de la guardia del presidio de la ciudad, a quienes amenazó con su lanza. Parece que una noche lo cogió el toque de queda dentro de las murallas de la ciudad y entró en confrontación con un guardia. Fue prendido y llevado ante el gobernador don García de Girón a las diez de la noche. Tras un breve proceso, el gobernador mandó ahorcarlo. Otra versión  dice que el gobernador descubrió que el jefe cimarrón estaba organizando una nueva conspiración y ordenó ejecutarlo.
Con la muerte de Domingo Bioho y la destrucción del palenque la Matuna se pensó que los palenques iban a quedar desprotegidos y que los negros se iban a quedar quietos. sin embargo no sucedió así,  la lucha contra los palenques persistió, unos fueron destruidos, otros se unían a otros y  muchos se trasladaban a otros lugares.   pues persistió el proceso de resistencia, con la construcción y desarrollo de los palenques de las sierras de María. Uno de los palanques de gran importancia en esta zona fue el de San Miguel Arcangel.

PALENQUE SAN MIGUEL ARCANGEL

 
Saber exactamente la fecha de fundación del palenque San Miguel Arcángel es casi un imposible. Sin embargo se puede inferir por los datos de la memoria escrita que debió haberse realizado entre los años 1655, cuando se trasladaron de la banda de Santa Marta a la de Cartagena, y 1674, cuando San Miguel, Joyanca y el Arenal sufrieron los ataques de los capitanes Pedro Ruiz y Manuel de Amuzcátegui y Sanabria. En esta ocasión los palenques quedaron semidestruidos. los cimarrones volvieron a reconstruirlos en el área donde existían originalmente, las sierras de María.  En 1682 el sacerdote Baltazar de la fuente fue autorizado  por el gobernador de la época  para negociar con Domingo Criollo quien estaba al mando del palenque. Fue así como el sacerdote avisó al capitán quien bajó de su palenque acompañado de sus principales y de otros muchos cimarrones y después de largas conferencias, capitularon con don Baltasar varias propuestas. Pedían la libertad a todos los cimarrones y a sus hijos y descendientes, solicitaron un territorio para establecerse, aceptaron que se les nombrase un sacerdote y se comprometieron a entregar a los esclavos que en adelante huyesen. Declararon estar prestos a obedecer al gobernador, a nombrar dos alcaldes anualmente y a pagar los tributos de la gente libre. Como garantía el capitán entregaría un hijo como rehén. El padre Baltazar viajo a España y consiguió el indulto para el palanque de San Miguel, sin embargo al enterarse los demás palanques que el indulto no era para todos empezaron hacer una serie de asaltos y robos especialmente los palenques de la zona de luruaco a raíz de esto en 1694 se da la orden de conquistar a todos los palenques. Durante este proceso pierde la vida el capitán Domingo Criollo del palenque de San Miguel y cuya cabeza fue enviada a Cartagena y fijada en sitio público. Después de conquistar los tres principales palenques de las sierras de María quedaron dispersos por los montes muchos cimarrones que escaparon de los palenques sin que hubiese sido posible aprehenderlos. El palenque de San Miguel Arcángel resurgió de las cenizas después de haber sido destruido en 1694. Lo repoblaron cimarrones que quedaron esparcidos por los montes, procedentes de los palenques de las sierras de María y nuevos fugitivos de estancias y casas señoriales de las provincias vecinas. El 9 de diciembre de 1713, bajando el señor obispo de la ciudad de Cartagena, don Antonio María Cassiani, doctor en teología y catedrático de la Universidad de Alcalá, del cerro de la Popa donde se encontraba venerando la imagen de la virgen de la Candelaria, le salieron al encuentro unas diez personas de casta de negros, acompañadas por su capitán, para decirle que interviniera por ellos porque su intención era la paz. Le confesaron que eran cimarrones, que habían huido de sus propietarios y concentrado en las montañas en un palenque llamado San Miguel Arcángel, en los montes de María.
De acuerdo con las condiciones propuestas por el gobernador don Jerónimo Badillo, en documento expedido el 22 de diciembre de 1713, se admitía a indulto, concedía el perdón y permitía el comercio con los españoles a todos los cimarrones que habitaban en el palenque San Miguel Arcángel, sus mujeres e hijos y otros que allí se hallaren, bajo palabra real y la protección del señor obispo Antonio María Cassiani.
La génesis del palenque de la Matuna, acaudillada por Domingo Biohó en 1599 es el punto de partida de un proceso histórico significativo. Si bien no existe documentación escrita que permita probar que hubo continuidad entre el palenque de la Matuna y San Basilio de Palenque, es posible afirmar que fueron parte del mismo proceso de lucha cimarrona. Aunque hubo una discontinuidad temporal con la destrucción del palenque de la Matuna, persistió el proceso de resistencia, con la construcción y desarrollo de los palenques de las sierras de María49. Este proceso culminará con el resurgimiento y legitimación del palenque de San Miguel Arcángel, que se tornará en el poblado de San Basilio de Palenque, en 1713.